martes, 19 de enero de 2016

La guerra a (algunas de) las drogas, es (como) la Inquisición.-

La Inquisición era una institución jurídico-religiosa que se basaba en la superstición y la ignorancia, elementalmente las grandes mentes del medioevo habían llegado a la conclusión de que quemando, torturando, robandole sus bienes a, particularmente ciertas mujeres parias, llamadas brujas, el mal, la enfermedad, los desastres naturales se irían del pueblo. La ciencia, los hombres que arriesgaron (perdieron) sus vidas, ya en esa época demostraron ampliamente que la solución propuesta fue, al menos errada.
Y sin embargo, hoy en día seguimos por los mismos derroteros, continuamos quemando brujas con la esperanza de que ese sea el mejor camino para que nuestro pueblo se libre del mal. La “guerra a las drogas”, denominada así por Richard Nixon, tiene origen en los primeros tratados sobre el opio (y otras sales), firmados hace más de un siglo, entre las potencias mundiales de aquél entonces: Estados Unidos, China, Alemania, Inglaterra, Italia, Japón, Holanda, Persia, Rusia, Siam, Francia, Portugal. Es decir, unos cuantos reyes, el Shah, el Zar y unos pocos presidentes decidieron que el comercio mundial de ciertos productos debía prohibirse para cuidar mejor la salud “física y moral de la humanidad”, detrás de tal razonamiento se encuentran la ignorancia y la superstición que caracterizaron al hombre de aquél entonces, el hombre que pronto construiría gulags y campos de concentración.
Irónicamente la delegación de los Estados Unidos, tierra de libertad, representada entonces por el arzobispo Charles Henry Brent, son los primeros partidarios de la prohibición al comercio de opio, de este modo se acercarían al Imperio Celeste, Inglaterra no dispuesta a perder el control que tenía sobre China, desde la infame guerra del opio, propone en las convenciones al respecto que la cocaína también sea regulada, los gobernantes de Alemania y Holanda, los más grandes productores de cocaína (legal en aquél entonces) aceptan encantados pues esto les daría una excusa para controlar mejor a sus empresarios. La prensa en Estados Unidos ya tenía historias de irlandeses alcohólicos, chinos y su opio, negros y su cocaína y mexicanos con su marihuana, todos atentando contra la moral y las buenas costumbres, o según David Musto (The American Disease) ofreciéndose como mano de obra más barata y efectiva que los racistas, cristianos y blancos norteamericanos “nativos” de aquél entonces.
La marihuana, o más propiamente cáñamo, es una planta que ha acompañado al ser humano, desde temprano en la historia, cualquier libro de historia universal, indica que los chinos empezaron a hacer papel de cáñamo, además de utilizarlo como remedio según leyendas que se remontan a un emperador imaginario Shen-Nung quien habría probado personalmente o en prisioneros de guerra todas las plantas, remedios, brebajes citados en una famosa obra de farmacopea que se le atribuye. En la India, la leyenda indica que un dios (Ganesh) bajo del Himalaya con la planta para curar, brindar serenidad a la humanidad. Linneo quien estableció el sistema de nomenclatura de lo seres vivos la bautizaría como Cannabis sativa L. (Todos los seres vivos nombrados por él llevan su inicial al final) sin embargo, “cáñamo índico” (Indian Hemp) sería el nombre por el que se conoceríaj a esta planta en todo el mundo al ser oriunda del Himalaya, y común en la India, justo como es la coca en Los Andes (que por cierto también es una planta sagrada regalada al inca por los dioses andinos); cáñamo (hemp) era el nombre antes de que el prohibicionismo americano secuestrará el mexicanismo marijuana. Con la resistente fibra del cáñamo se producía antes de descubierto el nailon, toda la tela, cuerdas, papel necesarias para por ejemplo: las velas y cuerdas que trajeron a Cristóbal Colón al Nuevo Mundo cuando buscaba una ruta nueva hacia las indias y las supuestas “especias”.
Harry Anslinger fue el encargado de expandir la prohibición en suelo americano y eventualmente al mundo, mediante los tratados de Naciones Unidas, fue comisionado de la oficina Federal de narcóticos durante 32 años (1930-1962) las jaulas fueron usadas con preferencia a las multas casi de inmediato. Si existe una política Imperialista (de guerra total), que venga del supuesto imperio americano es sin duda la “guerra a la droga”, hoy por hoy sabemos que no hay dioses regalandonos plantas y exigiendo sacrificios sangrientos o vírgenes a cambio; Darwin ha demostrado que todos somos primos en un enorme árbol de la vida, el hecho de que miles de plantas segreguen moléculas, compuestos químicos que puedan interactuar con la química del ser humano (y de todos los animales) es prueba clara de que hablamos el mismo lenguaje a nivel biológico, el hecho de que el ser humano por miles de años haya seleccionado sus ejemplares favoritos con fines médicos, estéticos, alimenticios, recreativos confirma aún más la teoría de la evolución. Pensar pues a esta altura de la historia que ciertas plantas tienen poderes mágicos capaces de destruir a la humanidad es sinónimo de ignorancia y quizás locura.
Esta es la razón principal por la que continuar desperdiciando miles de millones de dólares en una guerra anacrónica equivale a continuar con la Inquisición, exterminar de la faz de la tierra ciertas plantas, enjaular a sus usuarios, perseguir a quienes comercien con ellas o las produzcan tiene poca o ninguna relación con el crimen, así lo ha entendido la mayor parte del mundo, que pena que en Bolivia, donde el alcohol es protagonista en accidentes mortales y mujeres golpeadas o asesinadas, violadas, donde la gente se ve obligada a linchar cruelmente a los ladrones que sorprenden, a falta de policía, nos neguemos a tener siquiera un debate al respecto.

Simón Guzmán
@paranoicafierit