sábado, 7 de diciembre de 2013

El Estado [la inquisición] contra Simón Guzmán


Confesiones de un fumador de marihuana, perseguido por la Inquisición Boliviana:

Mi nombre es Simón Guzmán, hace unos 12 años fumo cáñamo, creo que fumaba 10 ó 20 gramos de cáñamo por día, eso es casi 7 kilos por año, es decir he fumado mi propio peso en marihuana a lo largo de mi vida, ahora tengo 30 años, hace unos meses salí de la cárcel, me metieron ahí por fumar marihuana en mi cuarto sin hacer daño absolutamente a nadie, esto es el equivalente a enjaular a un ser humano por masturbarse.
Como la marihuana es simplemente una planta, ya llevaba unos 3 ó 4 años plantándola antes de que la policía entre a robar a mi casa [no me gustaba la idea de interactuar con criminales], era 6 de marzo del año 2012, recuerdo que acababa de verme con una exnovia, el verano estaba terminando y las plantas estaban a punto de dar su fruto, eran las 4 de la tarde y mi hermanito llamó a mi celular me dijo que la policía estaba en la puerta de casa, a 3 pisos de distancia, cómo podían haber deducido la existencia de “un invernadero de marihuana”? Eran 10 ó 12 policías fuertemente armados, con chalecos anti-balas con orden judicial para entrar a mi casa, romper puertas, y en resumen hacer lo que puedan para “salvar al mundo” de unas cuantas plantas creciendo en mi terraza.
La policía boliviana, particularmente la FELCN, es una institución dedicada al robo y la extorsión, cuando ese pequeño contingente armado se dio cuenta que yo era solo un consumidor de marihuana que había colgado sus fotos en Facebook, se llamaron entre ellos para preguntar sobre cocaína, o “cualquier cosa”, como yo llevo una vida casi de monja, empezaron a ir contra mi familia, ya que mi cuarto estaba suficientemente desordenado, se dieron el placer de tirar pertenencias del resto de mi familia, solo robaron celulares, encededores, pipas, y mis hermosas plantas [soy un poco budista, respeto todas las formas de vida, pero sinceramente no podría matar una planta sin sentir cierta culpa, sé que no podría matar a esos rateros disfrazados de policías, pero si los viera morir de sed en el desierto, no les orinaría en la cara por mucho que me rueguen], lo peor de todo fue que la policía para “salvar al mundo”, también arrestó en una celda diferente de la mía a mi padre, quien estaba ebrio [festejando el día del Alto con una gente que no recuerdo bien], y con toda la sinceridad del mundo les lanzó las plantas en la cara y les dijo que eran unos rateros. Aclaremos algo, yo nunca jamás le había dado 1 [un] solo gramo de marihuana a ningún ser humano del mundo, sin embargo, eso no importaba la policía inventó que tenía 47 Kg. de marihuana creciendo en mi terraza, que mi familia era un clan dedicado al microtráfico, la noticia fue reproducida por los medios de comunicación. Recuerdo que le pedí a uno de esos policías de la FELCN hablar con la prensa.
-Para qué?
-Para decirles que uds. son unos rateros de mierda, unos mentirosos y que las plantas no hablan…
Nunca tuve la oportunidad de hablar con la prensa, a mi padre y a mi nos metieron preventivamente a San Pedro, previniendo que no fuéramos a entorpecer la investigación o a escapar de la “justicia boliviana”, desde luego lo único que descubrieron era que yo fumaba mucha marihuana, escuchaba mucha música y leía mucho. En las celdas judiciales, en la cárcel de San Pedro, aprendí que los peores rateros son los policías, un ratero “normal” roba un celular, dinero, y se escapa, la policía me había encerrado en una jaula junto con mi padre, y empezaba su “trabajo”, conseguir dinero a cambio de liberarnos. Por eso creo que en lugar de sistema penal tenemos Inquisición, pues solo la Inquisición torturaba prisioneros para librarnos de peligros imaginarios, la ley 1008, la guerra a la droga tiene ese efecto, en pleno siglo XXI.
El fiscal [Gregorio Blanco, un gordo mañudo] inventó que éramos narcotraficantes, que las plantas eran gigantescas, y por eso mismo peligrosas, y creo que eso era todo, me dieron ganas de hablar pero me dijeron que me calle, mi abogado conocía menos de la marihuana que yo [recuerdo que me preguntó que era exactamente lo que se fumaba, sin embargo era el profesional que había conseguido mi madre con tan poco tiempo de antelación, la fiscalía anti-droga iba a realizar uno de sus sueños, droga real [al menos en forma de plantas gigantescas, en unas cuantas macetas], en una fábrica de sodas, había material de sobra para inventar actos heroicos]. Creo que el juez que me tocó si sabía del tema, lo que no le impidió meternos a San Pedro [por si acaso]; durante la Inquisición, las señoras viejas, solteronas, suficientemente feas para parecer “brujas” y con alguna propiedad para robar, eran acusadas de ser brujas; mientras estaban enjauladas esperando que la Inquisición decidiera si quemarlas o lanzarlas a un río para “probar su inocencia”, dependían completamente de su familia para sobrevivir, la familia debía además organizar su defensa, conseguir pruebas, llevarle comida a la señora acusada de traer la desgracia al pueblo, el procedimiento penal boliviano, no difiere de tal modelo en lo más mínimo. Particularmente los acusados de narcotráfico, “las brujas”, generalmente consumidores, o traficantes de poca monta, pero todos los presos, se vuelven dependientes de su familia, en la cárcel se puede sobrevivir lavando ropa, o realizando otros trabajos pequeños, pero sin la familia metiendo bienes y dinero constantemente la cárcel no sería sostenible.
Luego de 4 meses mi padre salió, se comprobó que no era mi cómplice en un clan de narcotraficantes, después de 9 meses yo salí, 1 mes después Víctor Sanabria, el hijo del “narcogeneral”, un compañero de curso con quien compartimos un cuarto en la cárcel, salió con los nervios destruidos, la cárcel es un lugar extraño. Antes de ser enjaulado, ya llevaba 1 mes viendo en las noticias a mi viejo compañero de curso, incluso pensaba visitarlo para “hacer mi libro”, para conseguir información real sobre la cárcel a la que solo había ido 15 minutos en la vida, para comprar marihuana un día en que escaseaba en La Paz, un día en que decidí plantarla, para nunca más tener que ir a un lugar lleno de mendigos, rateros, y mal olor. La “guerra a la droga”, claramente afecta a la clase media boliviana cuando deja de afectar a los cocaleros bolivianos. Mi amigo Víctor nunca jamás había consumido ninguna droga salvo alcohol y tabaco, ese era su orgullo, esa es la plataforma desde la cual mucha gente siente que es superior a las personas que sin temor alguno consumimos hongos, ayahuasca, peyote, marihuana, cocaína, y etc., en la cárcel, había más que nada pastillas, cocaína, pasta base, alcohol, marihuana, pero no era muy buena, sobre todo comparada con la que yo plantaba, era como si alguien acostumbrado a beber vinos finos de repente hubiera sido obligado a consumir alcohol caimán, alcohol de horrible calidad, diseñado para emborrachar profunda y rápidamente a costa de destruir el organismo.
 Luego de casi un año en que el Fiscal faltaba a nuestras citas semanales ante una nueva jueza, una señora bastante honesta, pero también “correcta”, es decir, alguien que creía firmemente que “la droga” era mala, fui condenado a “rehabilitación”.  En mi juicio, se determinaría si debía ser encerrado por más tiempo en San Pedro por narcotraficante, o por tentativa de distribución, o por plantas controladas… finalmente, el fiscal se “olvidó” de presentar las pruebas durante el juicio, al menos eso fue lo que señaló mi último abogado [por fin un abogado decente y honesto para variar], sin embargo pienso muy en el fondo, que ese ratero disfrazado de fiscal, no podía defender su “prueba” pues nunca jamás dijeron como demonios descubrieron un “invernadero de marihuana” creciendo en una terraza 3 pisos en lo alto, en un barrio q no les puede importar menos [cada fin de semana hay mucha borrachera, fiesta popular, robos, violaciones, muertos, etc. y la policía, nunca jamás ha venido, sin embargo a robarme, a encerrarme en una jaula, vinieron entre 10-12 personas], hasta ahora hay un supuesto “informe de inteligencia” que oculta lo obvio, la policía boliviana se la pasaba espiando mi página de Facebook, que putos flojos.
En la cárcel había de todas las drogas imaginables en Bolivia, justo como me dijeron la cabo [Hortensia Ferrano, otra gorda mañuda] y el fiscal que entraron a mi casa a robarme, no me gusta para nada la Pasta Base de Cocaína, ni el tabaco, antes de ser encerrado en San Pedro, llevaba un par de años sin beber alcohol, ni inhalar cocaína; tener toda la marihuana que deseara, me había curado de todas las adicciones, y me había propuesto hacer cosas útiles como denunciar lo inútil de usar jaulas para controlar la moralidad del pueblo. Sin embargo, luego de unas semanas en San Pedro, ya que me habían encerrado en una jaula, para proteger la “salud física y moral de la humanidad”, mande todo a la mierda, y aspiré tanta coca como pude, hacía volver el apetito y el sueño con marihuana, pero solo consumía alcohol [alcohol Caiman], cuando alguien me lo invitaba por su cumpleaños o por celebraciones absurdas como el “día del preso”, 24 de septiembre, no recuerdo por la Virgen de qué. Gracias a mi madre, al ajedrez, a la marihuana, solo estuve encerrado 9 meses, sin que nadie me haya hecho ningún daño, de hecho recuerdo que prácticamente todos los “maleantes” que conocí fueron bastante benévolos conmigo, al parecer, todos habían visto mis plantas en la tv, junto con mis pipas, y apoyaban la hipótesis de unos rateros de la FELCN, fumando en esas pipas gigantes, se imaginan? Entraron a robar a mi casa, a encerrarme en una jaula, y ahora utilizan mis pipas para fumar la droga que le roban a otras personas. Solicité las pipas como prueba en mi juicio, fue otra de las pruebas que el fiscal se “olvido” de presentar. Lo único que me alegra es que no había nada para fumar al momento en que la Inquisición Boliviana entró a robar a mi casa.
La jueza me condenó a rehabilitación hasta volver a ser “normal”, no es irónico? La policía entró a mi casa, a robarme. Todo para que pueda hacer parecer ante la prensa amarillista que están “luchando contra el mal”; eso sucedía en la dictadura militar cuando luchaban contra comunistas, es cierto, no me torturaron, pero eso solo fue porque los presos en general son más nobles que los policías. Sin embargo piénselo 2 minutos, la policía nunca jamás le ha ayudado a usted con 10 ó 12 personas fuertemente armadas para recuperar su auto, su computadora, para apresar un violador, a menos que todo el caso este resuelto la policía prácticamente no actúa jamás. Es momento de usar mejor nuestros recursos, de declarar perdida esta “guerra contra la droga”, y usar nuestros recursos escasos para resolver problemas reales. Si gastamos todo ese dinero en salud, educación, podríamos tener un país hermoso y próspero en cuanto todos trabajemos para ello, la policía finalmente haría cosas útiles como perseguir gente que roba, mata o viola, piénselo 2 segundos, no sería ese un lugar mucho mejor, mucho más democrático para vivir? La actual “guerra a la droga” es una estafa, es una forma de robar al pueblo en provecho de unos pocos, para librarnos del equivalente a “Pie Grande”, es momento de madurar, de enfrentar nuestras responsabilidades, de dejar de perseguir brujas so pretexto de luchar contra el crimen, es momento de que finalmente la policía haga algo útil, en lugar de controlar la moralidad de “la juventud”. Nuestro actual dictador, ha señalado que “la guerra a al droga” es un fracaso, sin embargo ha seguido con el experimento fallido y luego de “nacionalizar” el negocio ha seguido con el mismo modus operandi de la DEA que expulsó, basta de ser bobos, basta de guerra.

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