Confesiones de un fumador de marihuana, perseguido por la
Inquisición Boliviana:
Mi nombre es Simón Guzmán, hace unos 12 años fumo cáñamo,
creo que fumaba 10 ó 20 gramos de cáñamo por día, eso es casi 7 kilos por año,
es decir he fumado mi propio peso en marihuana a lo largo de mi vida, ahora
tengo 30 años, hace unos meses salí de la cárcel, me metieron ahí por fumar
marihuana en mi cuarto sin hacer daño absolutamente a nadie, esto es el
equivalente a enjaular a un ser humano por masturbarse.
Como la marihuana es simplemente una planta, ya llevaba unos
3 ó 4 años plantándola antes de que la policía entre a robar a mi casa [no me
gustaba la idea de interactuar con criminales], era 6 de marzo del año 2012,
recuerdo que acababa de verme con una exnovia, el verano estaba terminando y
las plantas estaban a punto de dar su fruto, eran las 4 de la tarde y mi
hermanito llamó a mi celular me dijo que la policía estaba en la puerta de casa,
a 3 pisos de distancia, cómo podían haber deducido la existencia de “un
invernadero de marihuana”? Eran 10 ó 12 policías fuertemente armados, con
chalecos anti-balas con orden judicial para entrar a mi casa, romper puertas, y
en resumen hacer lo que puedan para “salvar al mundo” de unas cuantas plantas
creciendo en mi terraza.
La policía boliviana, particularmente la FELCN, es una
institución dedicada al robo y la extorsión, cuando ese pequeño contingente
armado se dio cuenta que yo era solo un consumidor de marihuana que había
colgado sus fotos en Facebook, se llamaron entre ellos para preguntar sobre
cocaína, o “cualquier cosa”, como yo llevo una vida casi de monja, empezaron a
ir contra mi familia, ya que mi cuarto estaba suficientemente desordenado, se
dieron el placer de tirar pertenencias del resto de mi familia, solo robaron
celulares, encededores, pipas, y mis hermosas plantas [soy un poco budista,
respeto todas las formas de vida, pero sinceramente no podría matar una planta
sin sentir cierta culpa, sé que no podría matar a esos rateros disfrazados de
policías, pero si los viera morir de sed en el desierto, no les orinaría en la
cara por mucho que me rueguen], lo peor de todo fue que la policía para “salvar
al mundo”, también arrestó en una celda diferente de la mía a mi padre, quien
estaba ebrio [festejando el día del Alto con una gente que no recuerdo bien], y
con toda la sinceridad del mundo les lanzó las plantas en la cara y les dijo
que eran unos rateros. Aclaremos algo, yo nunca jamás le había dado 1 [un] solo
gramo de marihuana a ningún ser humano del mundo, sin embargo, eso no importaba
la policía inventó que tenía 47 Kg. de marihuana creciendo en mi terraza, que
mi familia era un clan dedicado al microtráfico, la noticia fue reproducida por
los medios de comunicación. Recuerdo que le pedí a uno de esos policías de la
FELCN hablar con la prensa.
-Para qué?
-Para decirles que uds. son unos rateros de mierda, unos
mentirosos y que las plantas no hablan…
Nunca tuve la oportunidad de hablar con la prensa, a mi
padre y a mi nos metieron preventivamente a San Pedro, previniendo que no
fuéramos a entorpecer la investigación o a escapar de la “justicia boliviana”,
desde luego lo único que descubrieron era que yo fumaba mucha marihuana,
escuchaba mucha música y leía mucho. En las celdas judiciales, en la cárcel de
San Pedro, aprendí que los peores rateros son los policías, un ratero “normal”
roba un celular, dinero, y se escapa, la policía me había encerrado en una
jaula junto con mi padre, y empezaba su “trabajo”, conseguir dinero a cambio de
liberarnos. Por eso creo que en lugar de sistema penal tenemos Inquisición,
pues solo la Inquisición torturaba prisioneros para librarnos de peligros
imaginarios, la ley 1008, la guerra a la droga tiene ese efecto, en pleno siglo
XXI.
El fiscal [Gregorio Blanco, un gordo mañudo] inventó que
éramos narcotraficantes, que las plantas eran gigantescas, y por eso mismo
peligrosas, y creo que eso era todo, me dieron ganas de hablar pero me dijeron
que me calle, mi abogado conocía menos de la marihuana que yo [recuerdo que me
preguntó que era exactamente lo que se fumaba, sin embargo era el profesional
que había conseguido mi madre con tan poco tiempo de antelación, la fiscalía
anti-droga iba a realizar uno de sus sueños, droga real [al menos en forma de
plantas gigantescas, en unas cuantas macetas], en una fábrica de sodas, había
material de sobra para inventar actos heroicos]. Creo que el juez que me tocó
si sabía del tema, lo que no le impidió meternos a San Pedro [por si acaso];
durante la Inquisición, las señoras viejas, solteronas, suficientemente feas para
parecer “brujas” y con alguna propiedad para robar, eran acusadas de ser brujas;
mientras estaban enjauladas esperando que la Inquisición decidiera si quemarlas
o lanzarlas a un río para “probar su inocencia”, dependían completamente de su
familia para sobrevivir, la familia debía además organizar su defensa,
conseguir pruebas, llevarle comida a la señora acusada de traer la desgracia al
pueblo, el procedimiento penal boliviano, no difiere de tal modelo en lo más
mínimo. Particularmente los acusados de narcotráfico, “las brujas”,
generalmente consumidores, o traficantes de poca monta, pero todos los presos,
se vuelven dependientes de su familia, en la cárcel se puede sobrevivir lavando
ropa, o realizando otros trabajos pequeños, pero sin la familia metiendo bienes
y dinero constantemente la cárcel no sería sostenible.
Luego de 4 meses mi padre salió, se comprobó que no era mi
cómplice en un clan de narcotraficantes, después de 9 meses yo salí, 1 mes
después Víctor Sanabria, el hijo del “narcogeneral”, un compañero de curso con
quien compartimos un cuarto en la cárcel, salió con los nervios destruidos, la
cárcel es un lugar extraño. Antes de ser enjaulado, ya llevaba 1 mes viendo en
las noticias a mi viejo compañero de curso, incluso pensaba visitarlo para “hacer
mi libro”, para conseguir información real sobre la cárcel a la que solo había
ido 15 minutos en la vida, para comprar marihuana un día en que escaseaba en La
Paz, un día en que decidí plantarla, para nunca más tener que ir a un lugar
lleno de mendigos, rateros, y mal olor. La “guerra a la droga”, claramente
afecta a la clase media boliviana cuando deja de afectar a los cocaleros
bolivianos. Mi amigo Víctor nunca jamás había consumido ninguna droga salvo
alcohol y tabaco, ese era su orgullo, esa es la plataforma desde la cual mucha
gente siente que es superior a las personas que sin temor alguno consumimos
hongos, ayahuasca, peyote, marihuana, cocaína, y etc., en la cárcel, había más
que nada pastillas, cocaína, pasta base, alcohol, marihuana, pero no era muy
buena, sobre todo comparada con la que yo plantaba, era como si alguien
acostumbrado a beber vinos finos de repente hubiera sido obligado a consumir
alcohol caimán, alcohol de horrible calidad, diseñado para emborrachar profunda
y rápidamente a costa de destruir el organismo.
Luego de casi un año
en que el Fiscal faltaba a nuestras citas semanales ante una nueva jueza, una
señora bastante honesta, pero también “correcta”, es decir, alguien que creía
firmemente que “la droga” era mala, fui condenado a “rehabilitación”. En mi juicio, se determinaría si debía ser
encerrado por más tiempo en San Pedro por narcotraficante, o por tentativa de
distribución, o por plantas controladas… finalmente, el fiscal se “olvidó” de
presentar las pruebas durante el juicio, al menos eso fue lo que señaló mi
último abogado [por fin un abogado decente y honesto para variar], sin embargo
pienso muy en el fondo, que ese ratero disfrazado de fiscal, no podía defender
su “prueba” pues nunca jamás dijeron como demonios descubrieron un “invernadero
de marihuana” creciendo en una terraza 3 pisos en lo alto, en un barrio q no
les puede importar menos [cada fin de semana hay mucha borrachera, fiesta
popular, robos, violaciones, muertos, etc. y la policía, nunca jamás ha venido,
sin embargo a robarme, a encerrarme en una jaula, vinieron entre 10-12
personas], hasta ahora hay un supuesto “informe de inteligencia” que oculta lo
obvio, la policía boliviana se la pasaba espiando mi página de Facebook, que
putos flojos.
En la cárcel había de todas las drogas imaginables en Bolivia,
justo como me dijeron la cabo [Hortensia Ferrano, otra gorda mañuda] y el
fiscal que entraron a mi casa a robarme, no me gusta para nada la Pasta Base de
Cocaína, ni el tabaco, antes de ser encerrado en San Pedro, llevaba un par de
años sin beber alcohol, ni inhalar cocaína; tener toda la marihuana que
deseara, me había curado de todas las adicciones, y me había propuesto hacer
cosas útiles como denunciar lo inútil de usar jaulas para controlar la
moralidad del pueblo. Sin embargo, luego de unas semanas en San Pedro, ya que
me habían encerrado en una jaula, para proteger la “salud física y moral de la
humanidad”, mande todo a la mierda, y aspiré tanta coca como pude, hacía volver
el apetito y el sueño con marihuana, pero solo consumía alcohol [alcohol
Caiman], cuando alguien me lo invitaba por su cumpleaños o por celebraciones
absurdas como el “día del preso”, 24 de septiembre, no recuerdo por la Virgen
de qué. Gracias a mi madre, al ajedrez, a la marihuana, solo estuve encerrado 9
meses, sin que nadie me haya hecho ningún daño, de hecho recuerdo que
prácticamente todos los “maleantes” que conocí fueron bastante benévolos
conmigo, al parecer, todos habían visto mis plantas en la tv, junto con mis
pipas, y apoyaban la hipótesis de unos rateros de la FELCN, fumando en esas
pipas gigantes, se imaginan? Entraron a robar a mi casa, a encerrarme en una
jaula, y ahora utilizan mis pipas para fumar la droga que le roban a otras personas.
Solicité las pipas como prueba en mi juicio, fue otra de las pruebas que el
fiscal se “olvido” de presentar. Lo único que me alegra es que no había nada
para fumar al momento en que la Inquisición Boliviana entró a robar a mi casa.
La jueza me condenó a rehabilitación hasta volver a ser “normal”,
no es irónico? La policía entró a mi casa, a robarme. Todo para que pueda hacer
parecer ante la prensa amarillista que están “luchando contra el mal”; eso
sucedía en la dictadura militar cuando luchaban contra comunistas, es cierto,
no me torturaron, pero eso solo fue porque los presos en general son más nobles
que los policías. Sin embargo piénselo 2 minutos, la policía nunca jamás le ha
ayudado a usted con 10 ó 12 personas fuertemente armadas para recuperar su
auto, su computadora, para apresar un violador, a menos que todo el caso este
resuelto la policía prácticamente no actúa jamás. Es momento de usar mejor
nuestros recursos, de declarar perdida esta “guerra contra la droga”, y usar
nuestros recursos escasos para resolver problemas reales. Si gastamos todo ese
dinero en salud, educación, podríamos tener un país hermoso y próspero en
cuanto todos trabajemos para ello, la policía finalmente haría cosas útiles
como perseguir gente que roba, mata o viola, piénselo 2 segundos, no sería ese
un lugar mucho mejor, mucho más democrático para vivir? La actual “guerra a la
droga” es una estafa, es una forma de robar al pueblo en provecho de unos
pocos, para librarnos del equivalente a “Pie Grande”, es momento de madurar, de
enfrentar nuestras responsabilidades, de dejar de perseguir brujas so pretexto
de luchar contra el crimen, es momento de que finalmente la policía haga algo
útil, en lugar de controlar la moralidad de “la juventud”. Nuestro actual
dictador, ha señalado que “la guerra a al droga” es un fracaso, sin embargo ha
seguido con el experimento fallido y luego de “nacionalizar” el negocio ha
seguido con el mismo modus operandi de la DEA que expulsó, basta de ser bobos,
basta de guerra.
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